Aunque hemos tardado un poquito, por fin está terminado. Y es que no nos íbamos a conformar con dejarlo tal como estaba, ya que con 5 años, mis peques querían MÁS.
Aparte de cambiar el color del fondo y de la mascota que nos enseñaba el día de la semana, hemos añadido los meses en los que transcurre la estación que actual (el resto de estaciones tiene un cartel más pequeño).
Vamos a ir colocando el número de días de cada mes conforme éste vaya terminando.
Hemos prestado atención a otros detalles que encontramos en el almanaque como las fases de la luna. Para ello hemos hecho un panel con una luna corrediza. Hay bastantes propuestas en internet, yo he hecho la mía con algunas de esas ideas. Próximamente ellos van a hacer su propia luna para llevar a casa. (Lo detallaré en otra entrada).
Además de marcar los santos y los cumples en el almanaque cuando ocurren, vamos señalando días importantes venideros (vacaciones, excursiones...). No soy muy de justificaciones pedagógicas así que tampoco voy a explicar las ventajas de todo ello y que por otro lado son evidentes.
Por último, el santoral. Al principio no sabía muy bien que interés podría despertar en ellos ese dato, pero como no costaba trabajo ni tiempo probé. Les gusta, y me lo recuerdan si me despisto. Se rien y sorprenden si son nombres curiosos; recuerdan vecinos, primos, familiares si el nombre es habitual. Se fijan por que palabra empieza o hacen relaciones sorprendentes, como el día de los Stos. Arcángeles que los futboleros de mis niños relacionaron con el nombre del estadio del Córdoba.
